Si observamos con atención a las personas que aparecen en películas, anuncios, libros, periódicos, revistas, etc., pronto nos daremos cuenta que sus protagonistas suelen ser personas jóvenes, sanas, joviales, ‘cool’…Rara vez eligen a personas mayores como punto de atención, lo que parece confirmar el estereotipo de que no hay cabida para el romance en las personas mayores y que no son atractivos o que son asexules. Por otra parte, cuando ha aparecido algún aspecto de la sexualidad en mayores, suele estar centrado en un coito entre personas heterosexuales y pocas veces se presta atención a las personas LGBTQ o a otras prácticas sexuales. Otras veces aparece una sexualidad medicalizada, que sólo puede llevarse a cabo con el refuerzo de ciertas sustancias que se centran en la erección del hombre, lo que, por otra parte no hace sino abundar en la sexualidad falocéntrica y centrada en el placer masculino. De hecho, la propias circunstancia de envejecer es vista como un proceso patológico y no como algo natural.

Si bien es cierto que en nuestros días se puede disfrutar de la sexualidad al margen de la reproducción gracias a los métodos anticonceptivos, también existe un gran número de personas que están interesadas en concebir hijos. No obstante, algunas parejas encuentran dificultades en este proceso y, en ocasiones, pueden recurrir a clínicas de fertilidad para ayudar a aumentar la probabilidad de que se produzca la fecundación.

Hola, quería comentar un problema que tengo desde hace tiempo. La cuestión es que al hacer el amor con mi pareja no puedo tener orgasmos vaginales, solo soy capaz de sentir placer a través del roce con el clítoris, aunque no es un placer brutal. La cosa es que en la penetración a veces siento presión y como ganas de orinar. He leído un montón de cosas sobre eso y la eyaculación y tal, pero no consigo solucionar el problema. Agradecería un poco de ayuda, gracias.

A las más que evidentes carencias de la novela, se suma su pésima adaptación cinematográfica. Un erotismo trasnochado y light, superable por cualquier cinta española, cuyo tema principal no sea siquiera la sexualidad de los protagonistas.

¡Cuánto alboroto!, ¡cuánto marketing! ¿Qué tienen esas “50 Sombras de Grey” de asombrosas para cautivar a tantos lectores?, ¿o debería decir lectoras?

A pesar de intuir que se trata de literatura erótica de segunda, acabo sucumbiendo también… Al fin y al cabo, la sombra sólo es el reflejo de nuestra propia figura, así que quién mejor que uno mismo para salir de dudas…