Si observamos con atención a las personas que aparecen en películas, anuncios, libros, periódicos, revistas, etc., pronto nos daremos cuenta que sus protagonistas suelen ser personas jóvenes, sanas, joviales, ‘cool’…Rara vez eligen a personas mayores como punto de atención, lo que parece confirmar el estereotipo de que no hay cabida para el romance en las personas mayores y que no son atractivos o que son asexules. Por otra parte, cuando ha aparecido algún aspecto de la sexualidad en mayores, suele estar centrado en un coito entre personas heterosexuales y pocas veces se presta atención a las personas LGBTQ o a otras prácticas sexuales. Otras veces aparece una sexualidad medicalizada, que sólo puede llevarse a cabo con el refuerzo de ciertas sustancias que se centran en la erección del hombre, lo que, por otra parte no hace sino abundar en la sexualidad falocéntrica y centrada en el placer masculino. De hecho, la propias circunstancia de envejecer es vista como un proceso patológico y no como algo natural.

La decisión del Tribunal Supremo de EEUU de aprobar el matrimonio homosexual en todo el país fue una gran noticia para la comunidad gay, y para quienes eso representa convivir en un mundo un poco más libre, justo y ético. Pero todavía falta un largo camino por recorrer. La homosexualidad es ilegal en 38 de los 54 países africanos, y castigada con pena de muerte en 4.

Evolutivamente hablando, en muchas especies no tiene sentido que los machos quieran volver a copular con una hembra inmediatamente después de haberla inseminado. Repetir es un gasto de energía y de esperma frente a la posibilidad de que aparezca en escena una nueva hembra en celo.

¡Cuánto alboroto!, ¡cuánto marketing! ¿Qué tienen esas “50 Sombras de Grey” de asombrosas para cautivar a tantos lectores?, ¿o debería decir lectoras?

A pesar de intuir que se trata de literatura erótica de segunda, acabo sucumbiendo también… Al fin y al cabo, la sombra sólo es el reflejo de nuestra propia figura, así que quién mejor que uno mismo para salir de dudas…

Pregunta: Hola, me llamo David. Estoy con mi pareja desde hace un año y he descubierto (me lo ha contado) que se masturba casi todos los días. Nuestras relaciones son satisfactorias, pero ni siquiera yo me masturbo tanto, ¿será porque en realidad no me desea?, ¿esto puede llegar a perjudicar nuestras relaciones sexuales?