¿La mente excita a los genitales o es a la inversa?
Una de las discusiones más perennes en psicología es si temblamos porque sentimos miedo, o si sentimos miedo porque temblamos.
En este ejemplo concreto, el sentido común probablemente te hará responder “obvio que temblamos porque sentimos miedo”. Es decir; primero está la sensación cognitiva de miedo y luego la respuesta física. Sería lo mismo que al recibir una mala noticia: primero te pones triste, y la tristeza te hace llorar.
Pero aunque parezca lo más coherente, en ocasiones la dirección puede invertirse, y un estado físico generar una emoción. Uno de los casos más claros es la risoterapia: la gente se fuerza a reír aunque no estén contentos, y al poco se empiezan a sentir alegres. Quien sabe si sirve para mucho al día siguiente… pero el efecto sobre el momento es innegable.
Un caso más peculiar es sentirse nervioso antes de –por ejemplo- hablar en público. A priori pensaríamos que el miedo escénico nos genera ansiedad, y esa ansiedad psicológica acelera el ritmo cardíaco, tensa los músculos faciales, e impide que las palabras salgan con naturalidad. Pero ocurre que quienes antes de impartir una conferencia toman una pastilla para relajar músculos y eliminar palpitaciones, reducen muchísimo la sensación subjetiva de estar nerviosos. Calmar el cuerpo relaja la mente. Y por el contrario, notar el cuerpo alterado ante una conferencia puede inducir ansiedad psicológica.
Esta rallada mental sobre emoción-respuesta física vs respuesta física-emoción se denomina discusión entre las James-Lange vs Cannon-Bard theories.
Resulta que a finales del siglo XIX William James and Carl Lange propusieron que las emociones aparecían como consecuencia de percibir estados fisiológicos internos. Unas décadas después Walter Cannon and Philip Bard criticaron la teoría estableciendo que eran procesos independientes, y si acaso primero aparecía la emoción. Desde entonces ha habido neurocientíficos analizando el funcionamiento del cerebro a partir de estas asunciones, psicólogos basando terapias bajo una u otra teoría, y la discusión se ha convertido casi en un juego mental planteando situaciones de lo más diversas.
Reflexionar sobre ello es intelectualmente divertido e incluso puede ayudarnos a conocernos mejor. Y como discutí en Montreal con el gran neuropsicólogo del sexo Jim Pfauss, a pesar del gran tabú que la sexualidad es para la ciencia, la respuesta sexual representa uno de los ejemplos más claros de la discusión James-Lange vs Cannon-Bard.
El James Lange vs Cannon-Bard del sexo: Quien reacciona antes ¿genitales o cerebro consciente?
¿Estar mentalmente cachondos/as provoca erección y lubricación? ¿o notar la respuesta genital nos hace sentir mentalmente excitados? Cierto que muchas veces se nos presenta un estímulo, eso nos excita psicológicamente, y a continuación aparece la respuesta genital (como hubieran dicho Cannon y Bard). Pero si os fijáis, a menudo solemos –especialmente los hombres- interpretar nuestro estado emocional en función de la respuesta física. Es decir; una erección espontánea puede hacernos sentir excitados, o tener el pene flácido en pleno encuentro erótico e interpretarlo como no estar excitados. Estos casos representarían el clásico “my brain follows my penis”, que también apoyarían James y Lange.
En las mujeres, que tienen mucha mayor discordancia sexual entre mente y genitales, la dicotomía es todavía más clara. Pueden estar enrollándose con alguien, no sentirse mentalmente excitadas, proceder igualmente al contacto genital, y al percibir que en realidad sí están lubricadas, aparecer de repente la sensación subjetiva de excitación.
Nos han repetido por activa y por pasiva que el deseo sexual empieza en la cabeza, y puede que no sea siempre así. La excitación física puede también activar la excitación mental.
Y esto tiene su intríngulis a nivel terapéutico. Con la visión más convencional de que primero viene la mente y luego el cuerpo, en situaciones de falta de deseo se suele hacer trabajo cognitivo para que la mujer se sienta subjetivamente excitada, y luego poder empezar el juego sexual. Está muy bien, pero algunos terapeutas también exploran el proceso inverso, fomentando masajes o tocamientos que despierten primero el cuerpo y luego la mente.
En realidad la discusión James-Lange vs Cannon-Bard es tan antigua porque no tiene una única solución que se adapte a todos los casos. Pero reflexionar sobre ella nos ayuda a ser más conscientes y dominar mejor nuestro cuerpo-mente, incluso a nivel sexual.
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lo importante no es si uno prevalece sobre el otro en términos cuantitativos, sino en cuál de los dos sentidos se puede actuar, es decir, en cuál está depositada la libertad.
por eso el discurso contemporáneo sobre la influencia hormonal que nos describe como productos emocionales de procesos biológicos es determinista y, por lo tanto, conservador.
la forma de ser libre en las relaciones es recuperar el mundo de la emoción para el pensamiento y abandonar el mito de «EL CORAZONCITO BUENO»:
http://www.contraelamor.com/2014/02/razon-y-emocion-historia-del.html
Cuerpo y mente son unidad. A veces uno precede al otro, y a veces es al revés. También puede darse que ninguna reacción se manifieste o que haya simultaneidad. Limitar posibilidades no es lo que hace la naturaleza. Seguir las leyes naturales parece lo más eficiente energéticamente.
¿Por qué los dibujos sólo de hombres?
Lola
porque es un esquema y la pilila es mas evidente que en una mujer
Es una ecuación un poco sosa, no? No me gusta esa causalidad binaria que propones, la que va en un sentido rectilineo o en el contrario. Me parece que la mecánica newtoniana no te va a ayudar mucho a conocer tal fenómeno. Creo que necesitas una abstracción más compleja. Algo que pudiera romper esa concepción que concibe el movimiento como el que va desde un desde puntual hacia un hacia tambien puntual. Creo que tienes que abandonar la abstracción del balancín… En fin…, no sé si me explico… Tampoco importa.
Yo creo que sólo aparecen hombres en los dibujos porque sólo se piensa en hombres. Hay maneras bien fáciles de representar a las mujeres. Como siempre, ninguneadas, y más, en el sexo.
Lola